sábado, 18 de julio de 2015

NIVEL HUMANO: Hiroshima y Nagasaki


El uso de la bomba atómica no era imprescindible para vencer a Japón durante la Segunda Guerra Mundial, pues los demás enemigos de los Aliados ya habían claudicado y la rendición nipona era cuestión de tiempo. Los americanos lo sabían. Incluso el almirante Leahy, jefe del Estado Mayor de Harry Truman, se opuso a su uso, no sólo por consideración ética, sino por ser estratégicamente prescindible. Truman y su camarilla científico-militar, estaban ansiosos de ver sus devastadoras consecuencias, y les pudo la impaciencia. Después de todo el proyecto atómico había costado unos dos mil millones de dólares.
El historiador británico Eric Hobsbawm menciona en su obra ‘Historia del Siglo XX’ (Age of extremes, the short Twentieth century – 1914-1991, Editorial Crítica S.L. 1995), algo inquietante sobre los planes del presidente Harry Truman en materia atómica: ‘…la junta de jefes de estado mayor de los Estados Unidos trazó un plan para lanzar bombas atómicas sobre las veinte ciudades principales de la Unión Soviética a las pocas semanas del fin de la guerra’.

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