lunes, 13 de julio de 2015

NIVEL HUMANO: Maestros en el arte escénico

Maestros en el arte escénico… Son como el autor teatral que ha creado una historia en su mente y se decide a representarla. Las bestias hacen lo mismo, pero su argumento es de poder, avaricia y mentira. Son despiadados y quieren vuestro consentimiento para destruir. También desean que la turbación os posea. Pero para que la convirtáis en ira y la descarguéis sobre sus enemigos, haciéndolos vuestros.
Ahora, en nuestro globalizado mundo de redes virtuales y televisores en cada hogar, la imagen que ellos proyectan es dueña y señora de todo; cuando quieran parecer humanos, los machos dominadores besarán a sus esposas y abrazarán a sus hijos. Cuando se requiera fortaleza, fruncirán el ceño, alzarán las manos con ímpetu y su verbo será beligerante. Si hay que ganarse a los hispanos balbucearán algo con acento de Tijuana, pero estarán pensando que sólo sirven para ser parte de la base de una pirámide que ellos coronan. Si a las minorías sociales y marginales hay que sacarles el voto, dirán ser cristianos compasivos, lo que quiere decir que os quemaréis en el infierno de la ausencia de respeto.
Las bestias son pulcras en sus labios pero groseras en su pensamiento. Las veréis plantar árboles a diestro y siniestro, y únicamente dejarán salir un taco de su boca cuando se precise acercar su señorial estampa a la de los plebeyos; maravillados veréis que se ponen los pantalones como nosotros, que eructan, que se atragantan con galletas como nosotros, que aman al dios fútbol, que consultan a los reverendos no sólo en domingo, sino para que bendigan sus obras económico-militares.
En definitiva, su vida pública es una inmaculada liturgia que existe por y para nosotros, los adeptos. Es el maquiavélico uso de la imagen. Os dan lo que por simple y pura psicología saben que deseáis ver en ellos, aunque sea fingimiento.
¿Queréis fútbol? Tenedlo. Tened ligas, liguillas, copas, eurocopas, mundiales, hasta que vuestro carácter dependa del resultado del marcador. Rivalizad por el triunfo de vuestra camiseta y haced socio a vuestro primogénito. Y eso sí, dad por bueno que un solo jugador amanse una infinita fortuna que no veréis en vuestros bolsillos ni en sueños.
¿Queréis que alguien opine por vosotros sobre lo humano y lo divino? Acudid al templo de algún rebaño. Hay muchos donde elegir, pero en todos ellos alguien hablará para vosotros. Alguien juzgará lo que es oportuno o no para vuestra moral. Recordad que alguien está ya dispuesto para recordaros la casilla a marcar en la declaración de la renta.
¿Queréis un padrecito que lleve las riendas del país? Elegid a cualquiera de ellos, pero elegid rápido, pues sus ‘patrocinadores’ van con ventaja a reclamar el apoyo prestado. Tienen maña. Saben cómo provocar el cabreo sordo, la compasión, la admiración, la sumisión...
En nuestra nación han logrado hacer posible que miles de personas se reúnan en una plaza para disfrutar de la tortura y sacrificio de un toro, llamándolo con mucha parafernalia, Fiesta Nacional. ¡Qué asco! Pensadlo y veréis que la manipulación es evidente.
Y la imagen es su propaganda. Hollywood es su cumbre, su máquina de panfletos visuales, para que los seres humanos ansíen vivir como ellos y se dobleguen ante su poder. La peña quiere ser como sus adoradas estrellas. La apariencia es la señora diosa del mundo; apariencia consistente, pero que no es sino un endeble reflejo, una elaborada refracción.
La imagen en movimiento de sus fotogramas hollywoodenses incita a la competición, al egoísmo, a la ira, a la venganza, al odio. Sus bocas se llenan hablando de libertad, derechos, respeto y continuas alusiones a Dios, cuando en verdad no son sino la pura imagen de la mentira y la usurpación. Ellos y ellas, líderes comerciales, políticos, militares y religiosos, élites, repugnantes engendros. Sí, señoras y señores, éste es el evangelio según las bestias.

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