martes, 24 de octubre de 2017

CONCIENCIA: Politiza tu relación de pareja


Escenario
Analogía política ilegítima
Soberanía individual

Escenario
Las relaciones en pareja están en permanente en cambio. Sin embargo, sigue siendo un asunto que, mayoritariamente, sólo recibe la atención marginal de sus implicados.
La pareja, al margen del tipo de contrato establecido en ella, es una cuestión de vital importancia; pero únicamente recibe alguna ayuda urgente cuando los devoradores fuegos de la ignorancia amenazan con poner punto y final a la relación, o acabar pudriéndola lentamente. En otras palabras, sólo nos acordamos de Santa Bárbara cuando truena.
La educación que acompaña a los niños en el largo tránsito hacia el mercado laboral, no pretende ser instructiva respecto a la lucha contra la ignorancia. Los contenidos que el alumno recibe son los apropiados, los estrictamente necesarios para la continuidad del actual estado de cosas. Ese estado de cosas no es sino la esclavitud del ser humano y, en consecuencia, la pareja.

Una pareja, en sí misma, carente de recursos para gestionarse de forma eficiente; una asociación o alianza con fecha de caducidad, aunque conviva bajo el mismo techo hasta que la muerte los separe. La pareja, dentro de la concepción del Sistema de Control, ha sido diseñada bajo los parámetros de la obsolescencia programada. Y sólo con grandes dotes personales, o con intervención externa profesional, se logrará restituir la pareja a su lugar real: como parte de las vivencias humanas voluntarias, un hecho vital que merece ser tratado con el mismo tiento y dedicación con el que los usurpadores del autogobierno abordan las relaciones institucionales. Porque ese, y no otro, es el primer espejo en el que observar las nefastas consecuencias de nuestra ignorancia. Desde luego, en cuestiones de ignorancia, el que la hace, la paga.
Pagamos la dejación de responsabilidad, la ausencia de una reclamación real, a la altura de las circunstancias, sobre nuestro legítimo derecho a autogobernarnos. A elegir: O retomamos nuestras responsabilidades, o lo que tenemos es, nada más y nada menos, que aquello que, sospecho, ya nadie duda: nos conducen directos al abismo.
Si el objetivo primordial de la educación fuera adquirir conocimientos útiles para desarrollarnos como personas en una sociedad, los contenidos sobre gestión de emociones abundarían en los proyectos que se aplican en las aulas. No es el caso. No es eso lo que se persigue. Nunca lo veremos, ya que un adversario de altura jamás permitiría que ese tipo caballos de Troya se paseara por sus centros de adoctrinamiento.
Si una persona, desde la infancia, recibiera conocimientos sobre identificación de emociones propias, dinámicas del pensamiento, comunicación empática, gestión de conflictos, etc, el largo sendero hacia la edad adulta contribuiría a formar, integralmente, adultos capaces de ordenar sus prioridades del modo opuesto al que, sutilmente, el Sistema de Control le impone. Sin duda alguna, ese sendero acabaría devolviendo el autogobierno a cada individuo, ahora capacitado para vivir, en lugar de replicar vidas ajenas y circulares de santos esclavos y santas esclavas. Para entendernos: viejos circuitos que, como en la Fórmula 1, no conducen a ninguna parte, excepto a llenar el orgullo del deportista y el bolsillo del rico.
Si se me permite, es momento de abandonar la política del Viejo Régimen, la política que nos ha traído hasta aquí; la política de delegar nuestras competencias en otros. Y, entretanto se hace política colectiva a pie de calle, trasladar el verdadero y cotidiano epicentro político a donde pertenece, de donde nunca debió irse: la individual conciencia del ser humano; de la cual se deriva nuestra obligatoriedad de estar formados para afrontar la vida cotidiana sobre los valores de un ser humano honesto con los demás. La política en uno mismo, en cada acto, que es lo único que habla de nosotros.
Volviendo a la pareja, lo más íntimo y preciado que tenemos junto con la familia heredada, decir que, cuando se vive una crisis que pone en riesgo su continuidad, no suele ocurrir que se baraje la opción de acudir a un profesional que les ayude a gestionar ese momento delicado. No es habitual que se piense, si quiera, en la opción de recibir, ambos, conocimientos que establezcan nuevas dinámicas positivas que inhiban aquellas otras dinámicas potencialmente destructivas que se han naturalizado. La normalización de viejos patrones de conducta que, mayormente, portan el veneno de la ignorancia que nos trajo a la esclavitud actual. Viejos modelos de conducta que han perdurado en el tiempo, dado el nulo parecido entre nuestra sociedad y una civilización con todas sus letras, que escriben ética.
En ausencia del autogobierno de las personas, lo único que nos ofrece la existencia es la democracia con modus operandi siglo XXI, donde nada y, por supuesto, nadie, vale un duro. Una democracia que es mucho más que un ridículo sucedáneo, es una irreverente usurpación con mal gusto. Hablamos de dos rivales irreconciliables, y uno de los dos (o tu conciencia soberana, o los poderes institucionales) debe abandonar esta ciudad, demasiado pequeña para contenernos a ambos. O gobierna la responsable soberanía individual de los pueblos o seguirá gobernando lo otro, o sea, el capataz de la granja.

Analogía política ilegítima
La política ilegítima es la que se describe así: 46 millones de personas viajan, permanentemente, en un gigantesco avión que, en apariencia, está en manos de un aviador experimentado, Mariano. La verdad no es esa. Más allá del tablón de mandos que maneja el tal Mariano, alguien, puede que desde Londres, Washington, Bruselas, Tel Aviv, Pekín o Moscú, es quien, realmente, pilota el avión.
Lo más divertido es que, aunque no todo el peso recaiga en él, el tal Mariano no ha leído en su vida otra cosa que no sea los diarios deportivos.
Es la soberanía usurpada, el culmen de lo opuesto al autogobierno, única esperanza de los descreídos (de casi todo).
Cada dos por tres, el avión con 46 millones de personas a bordo, pilotado por ese fulano, se encuentra con otros pilotos de otros aviones. Hay aviones que llevan a 800 millones de almas…
Lo cierto es que, estando tú dentro de ese hermoso avión, Mariano y el resto de los aviadores toman muchas y variadas decisiones en pleno vuelo. Decisiones que afectan a los pasajeros de los aviones.
¿Recuerdas que por encima de Mariano en la cabina del piloto había otros desconocidos tomando decisiones? ¿En quiénes crees tú que estarán pensando esas personas cuando han de tomar decisiones que entran en conflicto con los intereses de los millones y millones de pasajeros? ¿En ti, mi niño lindo, tesoro de su papá y su mamá? ¿En mí?
Este es el actual estado de cosas, el diagnóstico que no debemos eludir.

Soberanía individual
Autogobierno: mediante el conocimiento gestor de los patrones y dinámicas que nos hacen personas objetivas, honestas, responsables, etc, y su relación con los demás, también la pareja.
La diplomacia, prudencia, el trabajo experto, integral, los métodos elaborados con los que se gestionan las relaciones políticas ilegítimas, en tanto que usurpación del autogobierno, han de regresar a su origen, el individuo. Allí, lo comercial, queda excluido.
Y lo que se restablece en la mujer y el hombre, es la laboriosidad, prudencia, y resto de ingredientes que, unidas a dinámicas emancipadoras, hacen que las relaciones sociales de cualquier índole sean prósperas. Hora de ocupar el despacho que te arrebataron y que nunca ha estado vacío.

  24 octubre 2017

No hay comentarios:

Publicar un comentario